CURADORA, Residencia para artistas. Temporada22 / 2022, noviembre. San José del Rincón, Santa Fe
Mi proyecto durante la residencia implicaba reflexionar sobre el espacio del taller y sus condiciones de portabilidad. ¿Qué formato es el adecuado para producir pinturas y dibujos, en un contexto variable, de dispersión, de viaje, de recorrido por diferentes geografías? ¿Es el espacio un material más? ¿Es mi archivo personal un espacio de producción? Llegué a Curadora para continuar una serie de trabajos en papel con un formato portátil que permiten un orden de lectura y visionado. Unas pinturas y dibujos que, por la naturaleza de su formato, puedan leerse pasando las hojas como si fuera un libro o cuaderno. Intentaba vincularlas a lo táctil, al movimiento y a cómo llenar un espacio vacío. Tratar de responder esas preguntas desde la práctica significó trabajar en blocs de papel, en bitácoras y cuadernos de trabajo que llevé conmigo a San José del Rincón, donde visualmente me centré en la transparencia, la trama, el grafismo, el color y la superposición. Utilicé tinta, acuarela, marcadores al alcohol, marcador de acuarela, microfibras de tinta pigmentada, tiza pastel y barras de óleo. En otros trabajos con papel utilicé el packaging y diseño de algunos productos locales que me llamaron la atención: calqué un papel de envoltorio de cítricos Morresi, una botella de agua Estambul y una caja de cacao El Quillá.
Pero también seguí una línea más azarosa. Con Dana salíamos diariamente a recorrer la zona, la Laguna Setubal primero, y luego las calles de arena cercanas a la casa. Dibujé sobre el camino con una corteza de eucalipto que parecía el brazo de un robot. Dana me señaló el ojo del poeta, unas florcitas en un cerco. Con el material que recolectamos surgió otra producción. Una serie de ensambles y agrupaciones donde utilizamos restos de poda de palmera y de pinos, hojas y flores, recortes de cartón, nidos de avispas alfareras, cuero seco de culebra, alambre, lentejuelas metalizadas, pedazos de plástico con pintura reflex y otros de colores, celofán oscuro que reflejaba la luz, piedras, semillas, arena, restos de manguera flotante, aluminio, venecitas, una chapita con la palabra GALAXIA.
En una cena Maxi contó algo sobre los ríos y yo anoté la frase patrón fluvial. En las mañanas, Cintia hacía el ritual del mate. Una secuencia que incluía ponerse botas de goma, revisar y regar las plantas y la vueltita con Picante, el perro. Teníamos el hábito de compartir lecturas en voz alta. Primero Julia y después Agustín, leyeron fragmentos de El Sentido artístico de los animales, uno de los libros que yo había llevado. Estábamos en el jardín y sobre nuestras cabezas, una nube de alguaciles volaban juntos sin dejar huella.
Pero también seguí una línea más azarosa. Con Dana salíamos diariamente a recorrer la zona, la Laguna Setubal primero, y luego las calles de arena cercanas a la casa. Dibujé sobre el camino con una corteza de eucalipto que parecía el brazo de un robot. Dana me señaló el ojo del poeta, unas florcitas en un cerco. Con el material que recolectamos surgió otra producción. Una serie de ensambles y agrupaciones donde utilizamos restos de poda de palmera y de pinos, hojas y flores, recortes de cartón, nidos de avispas alfareras, cuero seco de culebra, alambre, lentejuelas metalizadas, pedazos de plástico con pintura reflex y otros de colores, celofán oscuro que reflejaba la luz, piedras, semillas, arena, restos de manguera flotante, aluminio, venecitas, una chapita con la palabra GALAXIA.
En una cena Maxi contó algo sobre los ríos y yo anoté la frase patrón fluvial. En las mañanas, Cintia hacía el ritual del mate. Una secuencia que incluía ponerse botas de goma, revisar y regar las plantas y la vueltita con Picante, el perro. Teníamos el hábito de compartir lecturas en voz alta. Primero Julia y después Agustín, leyeron fragmentos de El Sentido artístico de los animales, uno de los libros que yo había llevado. Estábamos en el jardín y sobre nuestras cabezas, una nube de alguaciles volaban juntos sin dejar huella.