Paciente y duro
Texto para "eso que sucede dentro es algo de lo que sucede afuera" de Javier Soria Vazquez
No todo puede ser articulado. El lenguaje no puede decirlo todo. Por ejemplo, estoy esperando que llegue un minibús que me devuelva otra vez a la ciudad y me saque de una sede universitaria en medio de un pueblo que produce aceite. Lo que veo al frente son campos de olivos atravesados por una línea brillante de asfalto. Pero saco una foto porque estoy solo: estoy parado sobre arena blanda apoyado en uno de los dos pilares de la entrada que proyectan una sombra flaca con la que me protejo.
La ruta donde me duermo es recta. Los papeles que llevo en mi mochila son estudios cardíacos que no indican que mi corazón emite unas ondas raras, como torcidas dice el cardiólogo, por la forma de tu tórax. Me lo dice por las dudas. Pero el gráfico no lo indica.
Mis primeros recuerdos de la lectura tienen que ver más con el oído que con la vista. A mis hermanos y a mí nos encantaba que nuestro padre o nuestra madre nos contasen unos cuentos que ellos sabían de memoria. Había uno de Paquito que tenía una pelota blanca y mi papá arrastraba con la voz la letra q, de manera tal que sonaba como un silbido seco. Mi madre solía contarnos el de una viejita que tenía una huerta y algunos animales en su casa y que en un momento una de las cabritas le comía sus hortalizas. Como en el caso anterior, nuestra diversión aumentaba cuando mi madre representaba el sonido de la cabra.
Duermo del lado izquierdo como apoyado sobre un bloque de cemento que va fraguando lentamente. No puedo de otra manera. Y es el sonido y no la vista los que marcan el ritmo durante el sueño. Eso que sucede adentro es algo de lo que sucede afuera.
No todos los espacios pueden anularse como tampoco los cielos son iguales. Como la cabra que veo ahora que estoy quieto; está sobre la piedra gris arriba en la montaña y también cubierta por el celeste que suena como abajo el agua. Me dice: sé paciente y duro que algún día este dolor te será útil.