Cómo ser Andrés Cabeza

1. El libro sobre Andrés Cabeza ya está escrito. Tomo el colectivo de las 14 que va a demorar seis horas en llegar a Córdoba, va a pasar por Quilino cerca de las 17.30 y en el parador El Portal, en Deán Funes, se va a detener a las 18.15 donde voy a pedir un café con un criollo y voy a sacarle una foto al perro que duerme acurrucado bajo el ventanal con toda la luz del atardecer del norte impactando en su pelaje de sacha ovejero alemán. Voy prevenido para tantas horas de luz: en mi tablet llevo para mirar una presentación de power point con 244 diapositivas que Nicolás me envió tres días antes de la presentación que es el domingo 10 en casa 13. Nico me avisa en el mail que Andrés dijo: 
Mando el power point que armé, por si quieren ir echándole una mirada. Muchas cosas requieren aclaraciones que no están en lo que envío; pienso comentar esas cosas el domingo. El material no está organizado por temas sino cronológicamente, para que se vean simultaneidades y continuidades. (Yo mismo las estoy descubriendo...) Las diapositivas son muchas, pero calculo que a un ritmo de tres o cuatro por minuto el tiempo va a andar más o menos bien.

Todas llevan un fondo negro; en la primera, escrito con letra naranja y disminuyendo en tamaño, tres entradas de texto centrado:
Andrés Cabeza 
Inti Cabeza
Inti k
Al pie de la diapositiva la fecha, 2017/setiembre, sin la p. La diapositiva número 237 anuncia: 
“2017: Los números de Opalka, acrílico. (La idea era de 2014)”. La 244 tiene mucho espacio negro arriba y hacia el final, abajo, también en naranja la palabra “Finis”. Cuando terminaba el año, dos días antes de la última noche del 2017, recibí además dos archivos de word que Andrés sumó para ampliar la presentación de las diapositivas. Uno tiene 49 páginas y un índice numerado con diez puntos que explican cada uno de los apartados. El otro, 33 páginas y títulos que resumen el contenido. Por ejemplo, “Veinte pensamientos” con nota al pie: inéditos.

El 26 de enero de 1998,  Andrés escribía uno de sus pensamientos. Soy dueño de un tesoro inefable: esta puntual convergencia de relaciones. Hoy es viernes 26 de enero de 2018, y desde hace unos días reviso ese material que Andrés envió a los editores de este proyecto que busca recorrer diferentes momentos del obrar de un artista cordobés. Al menos debería incluir algunas zonas comunes que tengo con él. Iré presentando algunos recuerdos que tuvieron sede entre Deán Funes y Córdoba, aunque no en orden cronológico. Más bien al estilo de lxs Wachowski, sobre todo porque creo que  muchas de sus acciones individuales, ideas y compromiso artístico  han ido flotando a través de los años, traspasándolos, impactando en otros y provocando transformaciones positivas. Luego de leer y saltear todo ese material que envió, quedo un poco tildado. Este registro de Cabeza es como si fuera una gran red social interna, personalísima, capaz de poseerse a sí mismo, incluirse en esa maraña y ser consciente de sí. Como si fuera un hombre que posee un cántaro con agua y sabe cuando llenarlo y cuando inclinarlo un poco para que fluya y otros puedan también beber de ahí (o ahogarse, quién sabe). Descubro, con fútil sorpresa, por ejemplo, que en los primeros años de la década del noventa, y probablemente desde los ochenta, estaba de moda en los bares tomarse un clericó. Bebida que yo solo asociaba a las fiestas de fin de año, abuela y tías. Era la época en la que Andrés escribía sobre hechos y situaciones que vivía cuando era alumno de la Figueroa Alcorta. 

2. Nos cruzamos entre el 2008 y el 2012 en Deán Funes cuando decidí entrar a la escuela de bellas artes Martín Santiago. La Martín Santiago queda a mitad de camino entre la casa de mis padres y la terminal de ómnibus, por la calle Santa Fe. Son los primeros días de mayo, estoy preocupado porque la respuesta a la solicitud que envié a una universidad para hacer una licenciatura a distancia en Ciencias Sociales aún no llega. Voy a sacar un pasaje a Córdoba para un nuevo turno de mi psicoterapia. Cuando vuelvo, paso por la vereda de la casona donde funciona la escuela. Las dos puertas están abiertas y por algún tipo de impulso me meto, voy hacia la administración que es la primer sala pasando el zaguán de la casa, y me pre-inscribo -tarde, muy tarde puesto que las clases habían comenzado en marzo- al profesorado de artes visuales. Creo que los que decidimos por el profesorado y no por la tecnicatura en artes visuales, estábamos más pendientes del futuro, pensando en una salida laboral, que a veces no llega tan rápido, o bien supone sacrificar mucho del ímpetu y entusiasmo de los primeros años en los que uno hace arte. Los que optan por el trayecto técnico son, generalmente, personas con talento natural hacia el dibujo, la escultura o la pintura. O al menos algo así eran mis conclusiones por aquellos años cuando inesperadamente entré en la escuela de artes y me encontré con que algunos docentes de las materias específicas tenían más cercanía con los talentosos -es decir, solo marcar algún error y felicitar-  y no tanto con los busca como yo.  Hoy, para darme otras respuestas más flexibles, estoy más cerca del pensamiento de Chris Kraus acerca de porqué nos decidimos por  las bellas artes, y, en mi caso, porqué desistí por la licenciatura en ciencias sociales a la que accedía por tener aprobadas 15 materias de ciencia política en otros estudios abandonados. Dice Kraus “el deseo de dedicarse a las bellas artes es simplemente el deseo de responder de manera creativa al presente, así como la poesía y el rock and roll fueron disciplinas clave para los estilos de vida contraculturales en otras épocas”. 

A Cabeza no tardé en ubicarlo, y aprovecharme de ello, como una de esas personas con capacidad de respuesta a casi todo, al presente, y a las dudas de cualquier índole de alumnos como yo, más cerca del tipo extranjero en ciudad nueva que solo atina rápido a abrir el google translate en su teléfono para verificar en tiempo real alguna palabra nueva. Un tipo raro, visiblemente llamativo, casi siempre vestido de negro o con alguna polera de algodón color naranja o amarilla y arriba un buzo negro o algún camperón, jeans rectos, zapatillas deportivas grandes. Alto, rostro huesudo, peinado con raya al medio, hoy diría que es lo más parecido que vi a un modelo actual de Balenciaga. Todos los poetas visten de negro. Y los rumores sobre esta rara avis en un micro espacio de una pequeña ciudad como Deán Funes no tardaron en llegarme: también escribe, ganó un premio con un libro de poesía el profe Cabeza. Un compañero me prestó, por aquellos años, una fotocopia de La geometría.  

En esos primeros años Andrés no era docente en el profesorado, creo, si en la tecnicatura. Y como la población de la escuela era chica y las aulas escaseaban, a veces nos juntábamos los alumnos de dibujo de las dos carreras. Ambiente familiar, mate y tortilla horneada en la estufa de la escuela; siestas larguísimas intentando copiar, con pobrisimos resultados en mi caso, bodegones: botellas y frutas colocadas sobre bases -plintos- cubiertas con paños de tela acrílica terriblemente chillones.  En el 2009 decidí inscribirme como oyente en “Estética General” asignatura a cargo de Andrés en la tecnicatura. El apunte para fotocopiar que Cabeza preparó para ese año aún lo conservo como una prueba  de cómo hacer que una cantidad de textos teóricos en blanco y negro sean, además del valor de su contenido, atractivos o seductores visualmente. Bueno, quizá que un montón de fotocopias anilladas entre dos tapas de plástico transparente no son verdaderamente atractivas a la vista pero siempre me gustó el orden de Andrés. Sus enumeraciones y claridad para organizar la información, o su sencillez y brevedad, como una buena definición.

Comienza con una introducción donde se lee: Estética General es una asignatura teórica. Su objetivo principal es que el alumno piense acerca de los problemas generales o filosóficos involucrados en el arte. Los contenidos del programa se incluyen a continuación. El apunte de la asignatura está preparado en función de esos contenidos. Lo primero es una síntesis de los contenidos de las seis unidades del programa, escrita en 2006 y 2007 por el docente. Y así, continuaban un par de oraciones más indicando qué venía después y qué otros materiales se incluían. De lo general a lo particular Andrés lograba comunicar de forma sencilla algo lógico. Es cierto que parece una perogrullada que algo tan básico como un apunte, programa y unidades estén agrupados bajo un mismo módulo de hojas A 4 anilladas, pero en la escuela de artes esto, para mí, era excepcional.

Sus trabajos prácticos y parciales incluían preguntas como éstas: Sobre el concepto arte; la pregunta número 5:  Muchos han afirmado que es imposible definir el término “arte”. Tatarkiewicz opina que sí se lo puede definir, pero sostiene que la definición debe ser “disyuntiva”. ¿Por qué dice que la definición debe ser disyuntiva? Incluía también un apartado de Opinión personal: ¿Por qué es tan difícil llegar a un concepto preciso de “arte”? ¿Hay otras palabras tan complicadas como “arte”? ¿Otras opiniones sobre el tema? O planteaba situaciones concretas para analizar críticamente los problemas estudiados. Por ejemplo ésta: en el patio de la escuela Martín Santiago, dos personas (A y B) hojean un libro de arte. Ven una pintura cubista de Picasso y mantienen el siguiente diálogo.
A: Qué horror. Yo no entiendo a los artistas. ¿Cómo les pueden gustar esas caras deformadas y mosntruosas?
B: La cara está deformada y es monstruosa, con piel color verde, con un ojo de frente y otro de perfil, con una oreja encima de la otra y con manos que parecen alcauciles, pero no es fea. Tenés que saber captar su belleza.
A: A mí no me toman el pelo. La belleza es Greta Garbo [actriz bellísima de la primera mitad del siglo 20]. El arte tiene que ser bello. Ese monstruo no es bello.
B: No estoy de acuerdo. Todo el arte es belle, pero tiene una belleza especial, que no es la belleza convencional. Si educamos nuestra mirada, si nos educamos estéticamente, sabremos ver la belleza de las obras vanguardistas y, en general, de toda obra de arte.
Arthur Danto estaba oyendo desde el baño y se acerca. ¿Qué les diría Danto, teniendo en cuenta lo que sostiene en el primer capítulo de “El abuso de la belleza” (titulado “La belleza y la definición filosófica del arte”)?

3. ¿Cómo responder creativamente al presente en una escuela superior de bellas artes en una ciudad del interior de Córdoba, a la que Andrés va a dar clases a cursos de entre tres y cuatro personas -en 2008 y 2009-, uno o dos días a la semana? A pesar que las nomenclaturas de los planes de estudio y de las instituciones seguían diciendo “bellas artes”, un profesor con sus acciones ampliaba el concepto.

Organizó un ciclo de cine (Cinemartín) los martes por la noche al que asistía chocho. El folletito de difusión aclara que no es un cine, es solo juntarse a ver películas medio raras en pantalla grande. Y antes de cada peli se proyectaban cortos de Betty Boop, también recuerdo unos de la vanguardia alemana de los años veinte, tal vez Sinfonía Diagonal de Viking Eggeling. Ese año también conocí casa 13 porque Cabeza coordinó -fue el curador- de un proyecto que alumnos artistas de Deán Funes realizaron en Córdoba en las habitaciones de la casa. Se llamó Proyecto Gramilla, una instalación con tierra y gramilla que cargaron desde Deán Funes. En 2010 invitó a otro grupo de alumnos en el que yo estaba, a participar de una semana en Ciudad de las artes en una residencia de intercambio con alumnos de la Figueroa y cuyo plan original era armar proyectos de arte en el espacio público tomando como posible referencia el libro del antropólogo francés Marc Augé, “Los no lugares. Espacios del anonimato”. 

Cabeza era quien se hacía eco de las inquietudes artísticas de algunos de nosotros que recién comenzábamos a estudiar. Recuerdo haberlo ayudado en montajes de exposiciones en la escuela. (Algo súper importante que ocurría en la Martín Santiago era eso, la poca cantidad de espacio no era un obstáculo para que pudieran exhibirse las producciones de los alumnos). Y además se encargaba de historizar esos eventos. La difusión y redacción de pequeños textos que daban cuenta de las muestras los realizaba él y los posteaba en un blog que aún está actualizado y que lleva su huella esquemática: hay sub-blogs que enlazan a más información y a otros eventos vinculados; todos estos links están encabezados por el lema Éste es un anexo del blog de la Escuela Superior de Bellas Artes "Martín Santiago" (Deán Funes, Córdoba, Argentina): epbamartinsantiago.blogspot.com. 

Algo o la mayoría del contenido del blog fue presentado en un dvd llamado King Kong. Veinte muestras de artes visuales en Deán Funes/2010-2012, material que fue realizado en el marco del Proyecto de Mejora Institucional implementado por el Instituto Nacional de Formación Docente del Ministerio de Educación de la Nación Argentina. La presentación se hizo  el viernes 29 de mayo de 2015 en la escuela Martín Santiago y me invitaron porque uno de mis trabajos formaba parte del disco, además cualquiera que llevara un pendrive podía descargar el contenido y llevárselo. Aquella noche la sala NZ de la escuela tenía en uno de sus extremos, bajo el ventanal que da a la calle Santa Fe, una gran moldura de marco blanco apoyado en el parquet y sostenido con tanza de sus ángulos superiores. La imagen del recuadro que se apreciaba desde la mitad de la sala eran dos bases prismáticas de MDF pintadas de blanco, una colocada horizontalmente y otra de forma vertical. Ambas tenían racimos de bananas iluminadas puntualmente con las dicroicas de la sala. También estaba King Kong con su traje negro y peludo y con el que los asistentes podían sacarse fotos. El arte de tapa del disco es un dibujo, creo, de Andrés donde contra una pared alta se ve arriba una lagartija y abajo una fila de personajes medio zombis como si se dirigieran a un confesionario (hay una cruz negra arriba de lo que me parece un habitáculo de confesión como el que hay en algunas iglesias católicas). King Kong, el título, lleva una tipografía como de letras corpóreas y está resaltado en color amarillo. En la presentación cronológica que hizo Andrés de su portfolio, la diapositiva que contiene esta información, tiene además el dato contextual que ese año asumió Macri. Hoy es primero de marzo de 2018, por la tele y por la radio se repite la misma frase dicha por la misma persona en tres momentos diferentes de los últimos tres años: Lo peor ya pasó. Vuelvo a mirar la tapa del disco, para no llorar. Y para no quedarme con la duda le mando un whatsapp a Andrés y le pregunto sobre ese diseño. Me cuenta que sí, que todo lo de la tapa lo hizo él y que lo de los zombies… ya ni se acuerda de donde salieron, que le evoca los “martes de terror” del Cinemartín. La primera película programada era Braindead, de zombies. “Era un delirio. Yo hice el dibujo con lapicera y creo que Marcela dijo que lo incorporáramos. No tiene algún sentido en particular, más allá de la actitud antisolemne. En el fondo era un proyecto pedagógico, y lxs pedagogxs suelen tener un discurso que me da caspa -y a Marcela también.” Vale la pena transcribir el primer texto que aparece una vez ejecutado el dvd:

En este disco incluimos material escrito, fotográfico y fílmico sobre muestras artísticas realizadas en la Escuela Superior de Bellas Artes Martín Santiago (Deán Funes, Córdoba, Argentina) durante un lapso de dos años: de comienzos de 2010 a comienzos de 2012. Hemos seleccionado 20 muestras o experiencias dentro de un espectro muy variado de registros: pintura paisajística, abstracción geométrica, escultura modelada en cera, performance, instalaciones, objetos, land-art, fotografía, esténcil y mucho más. En esa variedad se representa la incesante actividad de la escuela Martín Santiago, verdadero foco difusor de arte y de cultura en el norte cordobés. La intención es doble. En primer lugar, queremos difundir ese material, que tiene valor por sí mismo, y que sin un registro adecuado se perdería en el olvido. En segundo lugar, queremos brindar una herramienta pedagógica para los docentes de artes visuales y de materias afines de todos los niveles educativos. Con este fin hemos incluido una serie de experiencias y propuestas didácticas, a modo de material de ayuda para los trabajadores de la educación. Es esta tarea nos ha guiado la idea de dar valor a la producción local y regional, en un contexto donde todo lo que proviene del “interior” es invisibilizado por quedar en la periferia de los grandes centros de poder (como la ciudad de Córdoba), que a su vez son periferia de centros mayores (como la ciudad de Buenos Aires), que a su vez son periferia de los centros mundiales.

A fines del 2008 comenzó a hablarse de la modificación del plan del Profesorado de Artes Visuales, recuerdo haber participado en Córdoba de reuniones de alumnos de todas las escuelas de arte de la provincia para manifestar nuestras opiniones y sugerencias de contenidos. En el 2009 finalmente se armó el nuevo plan y Andrés trabajó en él junto a algunas colegas diseñando los contenidos curriculares para la transformación del plan (incluyeron por ejemplo Investigación en artes y Producción artística).  Las UDI son espacios curriculares de definición institucional que las escuelas de arte tenían que decidir en función de sus demandas, vínculo con la comunidad, etc. En 2013 ó 2014 Andrés me llamó para contarme que había una vacante docente en una materia en la que él había armado el programa. El proyecto que presentó Andrés para la Martín Santiago se aplicó y aún sigue, se llama Artes en relación, y según lo cuenta él ahora, “la idea era una materia de taller donde se vincularan las artes visuales, incluso la ciencia. Ya se sabe que las artes visuales pueden abarcar todo, pero lo concreto es que en una escuela de arte no se estudia literatura, música, teatro, etc. De cualquier modo, el objetivo principal era agregar otro espacio de producción de obra en la carrera.”

4. El encuentro nacional de pintores (más el encuentro de escultores) es el gran evento fuera de la escuela que la Martín Santiago organiza cada año, conjuntamente con el municipio de la ciudad. Desde el 2013 que van probando nuevas modalidades de participación, ya no solo con la categoría pintura paisajista y no paisajista. Ese año se podía participar grupalmente  y con el envío previo del proyecto. En años siguientes pasó a denominarse Encuentro de artes visuales Martín Santiago y con la inclusión de otras categorías. En el 2016 había tres categorías para participar: 1) Arte objeto y escultura; 2) Pintura y dibujo; 3) Arte sobre pared (arte urbano, relieve, esgrafiado, pintura mural). El encuentro promueve justamente el encuentro, por eso se invita a que los participantes realicen sus producciones a la vista de la comunidad, se sugieren algunos lugares para trabajar como las plazas céntricas, el ferrocarril, el balneario municipal (aquí hay alojamiento gratis para los que vienen de afuera), la misma escuela, entre otros. Las veces que participé vi a Andrés que también participaba realizando pintura. Durante el 2014 el encuentro fue sin disciplinas y con dos categorías: individual y grupal y la participación era con el envío de un proyecto previamente. Vamos por la diapositiva 218, cronológicamente estamos en el 2014, Andrés tiene 43 años y Murakami Deán Funes es un acrílico. Realizado en Deán Funes. Para ( y sobre) la escuela Martín Santiago. Donado a la escuela. Afuera está lloviendo, Andrés habla como siempre, un poco para adentro, un poco bajo y desde hace 50 diapositivas más o menos, se escucha gravemente la música de algún lugar contiguo y  que atraviesa las paredes y llega a nosotros en forma de vibración y sonido. Andrés ya contó una idea de un soneto del año 92 que desarrolla la idea del hecho presente como pasado. Esto que estamos viviendo es el pasado con respecto al año que viene y la década que viene. Que el soneto es una forma métrica antigua y que en ese poema conviven distintas formas métricas; que esa heterogeneidad es algo que también está en las pinturas que hace. O al menos en la producción que comenzó en el año 1993 y que llamó Ludi mentis y después Picturae, que en latín significa Pinturas y que hace referencia a lo antiguo, o sea utilizar un nombre en latín es otra forma de decir el pasado. Por suerte me llega un mate. En una de las anotaciones personales que forman parte del material que Cabeza envió después de esta presentación de diapositivas encuentro una del año 98 que dice así: “escribir y pintar no son actividades simétricas. En general entiendo lo que escribo; no entiendo lo que pinto. Me quedo mirando mis pinturas y no las entiendo”. Andrés comenta algo sobre Murakami Deán Funes durante la presentación que ahora no recuerdo, en mis notas tengo apuntado que quizá esta pintura tenga que ver con “regalos” algo que ha ido haciendo Cabeza con varias de sus producciones. Abajo de esta nota apunté otra: -Lila Pagola (qué es lo que uno hace con lo que va produciendo). 

El 26 de enero de 2018 decido escribirle un mail a Cabeza para preguntarle concretamente sobre Murakami Deán Funes. Leo que Takashi Murakami en sus pinturas juega con las contraposiciones y las dobles lecturas: Oriente y Occidente, pasado y presente, arte elevado y baja cultura, dulzura y perversión, etc. Lo que quisiera que me cuentes -no recuerdo si lo contaste en la presentación- es si algo de eso con lo que Murakami juega en su trabajo está presente en tu pintura. En las fotos de tu pintura se ve algo del procedimiento que utilizaste. Hay un papel del tamaño del soporte con los emojis con pétalos previamente reproducidos, que supongo traspasaste luego. El título no indica relación alguna. Sólo Murakami Deán Funes. La diapositiva aclara que fue una pintura realizada para y sobre la Escuela Martín Santiago. Entiendo que la donación resuelve el para la escuela. Pero ¿porqué esa pintura es sobre la escuela? ¿Qué relaciones pensás habría entre los términos del título, el apellido del pintor y el nombre de la ciudad?
Andrés me responde que le sigue resultando extraño hablar de él o sobre su obra, pero yo sé que este juego de no recordar, de que algo se ilumina y algo aparece, se oculta y vuelve a aparecer, es mi juego. Quélevamohacé le respondo, me toca escribir sobre vos y tu obra. En su respuesta de 55 líneas dice cosas - muchas más- que ya había comentado durante aquél domingo lluvioso. Aquí lo que nos interesa:

Mi idea fue relacionar, e incluso diría contrastar, dos cosas: un fondo de flores sonrientes (o “emojis” con pétalos) calcado de una foto ampliada de una obra de Murakami, y un plano del centro de Deán Funes. Los dos son elementos que apelan al conocimiento: no todo el mundo conoce a Murakami y no todo el mundo conoce Deán Funes, por lo que no todo el mundo puede reconocer esos dos elementos de la pintura. Para disminuir un poco esa limitación se me ocurrió presentar explícitamente los dos elementos en el título, yuxtapuestos: Murakami Deán Funes. Pero como el título de una obra suele ser un elemento que mantiene una relación débil con la obra (con el resto de la obra, diría yo), en el sentido de que uno suele ver una obra sin saber cuál es el título, o sin saber si tiene título, o aceptando como título alguna expresión que no era del autor, se me ocurrió poner el título de un modo más explícito todavía: en la propia imagen, pintado al pie de las flores y del plano. También me interesaba que estuvieran explícitos (pero menos llamativos) el nombre del autor, el lugar de ejecución (Deán Funes) y el año de ejecución (2014). O sea, que la obra estuviera situada, con todos sus datos a la vista. Incluso traté de darle a propósito a toda la pintura un carácter de cartel que me parecía que funcionaba bien con la idea general. 
 (...)  la pintura incluye dos piecitas tridimensionales que sobresalen por encima de las flores y del plano: dos maderitas con forma de prisma. Eso es un detalle casi secreto, por más que está a la vista con claridad: si se las relaciona con el plano y se conoce la historia local, se puede descubrir que representan los dos edificios en los que ha funcionado la escuela de artes de Deán Funes: en Lavalle 333 y en Santa Fe 141. O sea, son elementos que forman parte del plano de la ciudad y están destacados por el volumen. Es como esos juegos en que hay una clave oculta, un detalle que no se ve si no se le presta atención o si no se tienen ciertos datos previos.
(...)  En la pintura, en líneas generales, lo que me interesaba era poner en relación lo que podría sugerir “Murakami” con lo que podría sugerir “Deán Funes”, pero sobre todo en relación con el arte. El hecho de que la pintura estuviera materialmente realizada en Deán Funes, en una plaza, y que después fuera donada a la escuela de artes, para mí era parte del sentido. La realidad formaba parte de la obra. El nombre “Murakami” puede sugerir varias cosas, o nada, pero si uno lo relaciona con Deán Funes y específicamente con la escuela Martín Santiago, pienso que, en el mundo de las artes visuales, Takashi Murakami puede verse como uno de esos artistas que pertenecen a la élite de los famosos, exitosos, millonarios, casi industriales, junto con mega-estrellas como Jeff Koons o Damien Hirst. O sea, una realidad diferente de la que vive un artista o estudiante típico en Deán Funes. Ese contraste era lo que me interesaba. Como decir: “Puedo/podemos conocer la obra de Murakami, pero estoy/estamos en otro lado de la realidad artística: en el pobre norte cordobés, en una plaza, encorvado sobre una mesita precaria, pintando con medios artesanales y precarios (a pesar del diseño realizado en computadora); y en esta zona de la realidad funciona la escuela de artes en la que trabajo y a la que le regalo mi pintura.” 

5. Andrés participó como pintor de aquel encuentro en la categoría individual. Hace unos días le avisé al director de la escuela que quería pasar por ahí a ver una pintura de Andrés que él había donado, que si eso era posible. Me responde que sí, que la escuela está abierta desde la siesta hasta las once de la noche. Como adelanté mi viaje a Deán Funes, decido ir unos días antes de lo acordado. Camino por Santa Fe, en la puerta de la escuela hay dos hombres parados en la puerta. Me acerco como para entrar y pasar y me dicen que no hay nadie. Les comento mi misión y mi autorización. Me acompañan y supongo que la obra debe estar colgada en la administración, uno de los hombres, que debe trabajar ahí ahora, me dice que algunas pinturas están en el despacho del director. Miro alrededor y casi detrás de una de las puertas muchas florcitas/emojis me miran sonrientes. El cuadro está colgado un poco alto, justo debajo del borde inferior hay, también colgado en la pared, un aparato con teclado y antena como de modem, aunque su pantallita LCD y su sensor óptico de huellas digitales indican que es un sistema de control de entrada y salida de personal. Apenas alcanzo a distinguir las maderitas pegadas. Lo que si ubico, y que antes no había visto, en el costado izquierdo de la pintura, son unas líneas largas verticales, azules, atravesadas por segmentos más cortos. Representan las vías del tren e inmediatamente trato de ubicar la casa de mis viejos que está justo una calle adelante del ferrocarril en el plano. Le tomo una foto y digo que voy a volver luego porque detrás del cuadro hay algo que también quiero mirar. El ordenanza se ofrece a descolgar el cuadro y lo apoyamos dado vuelta en una de las mesas. Somos tres espectadores nuevos mirando por primera vez el dorso de un cuadro que quizá antes solo vieron también unos pocos. Algo irrelevante pero a mí me parece hermoso. Es un momento que reproduce la sencillez de un descubrimiento, un movimiento -dar vuelta el cuadro- simple, efímero y corto, como si  se tratara de los pétalos cayendo de una flor de cerezo. Tomo 4 fotos más, una por cada hoja de papel pegada en el dorso. Volvemos a colgar el cuadro y lo acomodo hasta que quede derecho. Queda como en el aire y el hombre me dice que no me preocupe, que estaba así. Las hojas donde se explica el proyecto son tres y están numeradas. La cuarta hoja es la nota firmada por Andrés Cabeza dirigida al director de la escuela en la que queda explicitada la donación: “Entiendo que esta donación coincide con el reglamento del encuentro, según el cual “todas las obras realizadas serán entregadas, en calidad de donación, a instituciones de la zona”; la escuela Martín Santiago  es una institución de la zona.” Las hojas numeradas están encabezadas por el título del proyecto, una imagen del diseño y el pseudónimo del autor: Sakura Chan.
Guillermo Córdoba. La Rioja, Córdoba, Deán Funes, La Rioja, verano de 2018



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